Sodoma y Gomorra


Antes de dar paso al relato es preciso dar cuenta de la trascendental encuesta. Aquí los resultados:
Cual es la Fruta Prohibida?
Otras/os: 45%
El chupacabras:18%
La manzana: 9%
Es-pera: 9%
La palta: 9%
La banana: 9%
El níspero: 0%
La Fruta Prohibida, tal vez siempre sea la Otra. En lo personal promovía como respuesta a la pregunta: es-pera. Porque tal acrecienta el deseo.
Creo que la manzana logra adhesión por el clamor popular, al igual que la banana.
Se descartó la palta por la dificultad que genera en morderla, en contraposición del deleite que genera el fruto prohibido.
En cuanto al níspero, tiene sus razones obvias para no recibir ningún voto.
Quedando el chupacabras para una futura encuesta y esperando respuestas de quienes lo votaron con el relato de los respectivos encuentros que mantuvieron.
Gracias a todos los que participaron!

El relato de esta oportunidad, siguiendo un poco el eje anterior, y hasta bajando líneas a quienes se ven muy entusiasmados, hablaremos de Sodoma y Gomorra.
Las mencionadas ciudades se encontraban en las llanuras cercanas al Mar Muerto. Se volvieron famosas en la historia universal dado los testimonios bíblicos de las prácticas que llevaban a delante sus habitantes. Se dicen que tenían una vida libertina, promiscua. De hecho, trasciende el gentilicio con distintos sinónimos.
Cuenta la crónica que las mencionadas costumbres no eran bien vistas por Yahvé y cansado de tanto jolgorio se disponía a destruirlas.
Abraham, íntimo amigo de Dios, tenía a su primo Lot viviendo en la ciudad a destruir. Fue así que intercedió. Y se podría decir que regateó con Dios: “¿Destruirás al justo con el impío? Quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad. Acaso no perdonarás la ciudad por esos cincuenta?” A lo cual Dios se mostró clemente que concedió. “Y si encontraras cuarenta y cinco? ¿treinta? ¿veinte?. Arreglaron por diez. Yahvé se fui a paso de trote para que Abraham no le siga pidiendo. La cuestión es que parece ser que no había ni diez personas justas, por lo cual se dispuso la destrucción de las ciudades. Pero, el que si encontró gracia fue Lot. A quien dos ángeles fueron advertirle de lo venidero y pedirle que abandone Sodoma. Fueron hospedados en su casa. Pero los la gente se enteró de la visita… rodearon la vivienda pidiendo que entregaran a los extranjeros para poder divertirse con ellos. A lo cual Lot respondió: “Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. Antes yo tengo dos hijas vírgenes, os las sacaré fuera y haced con ellas como bien os pareciere” Mostrando así lo buen vecino que era! Aprendan algunos!
Pero los sodomitas no quisieron a las jóvenes, así que los ángeles, en una muestra de su poder, los cegaron con una fuerte luz y tuvieron que huir.
Toda la familia escapó esa noche de Sodoma. Con la salvedad, dada por los emisarios de Dios, que al momento de irse no miraran hacia atrás.
Pero mientras el azufre del cielo llovía sobre la ciudad, la esposa de Lot dio media vuelta, miró, convirtiéndose en una estatua de sal.
Lot se quedó con sus hijas en la montaña.
Y acá la historia se torna un poco fuerte, si hay menores se pide el cuidado necesario. Porque las jóvenes creyeron que toda la tierra había sido destruida, temiendo y preocupada por la reproducción de la especie, movida por un sentimiento filántropo. La mayor le propuso a la menor, embriagar a su padre y yacer con él. Parece que la menor agarró viaje enseguida porque así se hizo. Cada una concibieron hijos llamados Moab, el cual fue padre de los moabitas y Ben-ammi que fue padre de los amonitas hasta hoy.

Fuerte esta historia y como pudimos leer con trascendencia en la historia de los pueblos, y hasta en conceptos.
Tal vez el castigo a la esposa de Lot, no fue un castigo a la curiosidad, o al mero mirar hacia atrás, sino el mirarlo con una cierta añoranza. Hecho que convierta a cualquiera en estatua.
La mera añoranza que estanca, no permitiendo avanzar, tampoco regresar, ya que todo regreso es del orden de lo imposible. Los lugares cambiaron, uno no es el mismo, los otros tampoco.
Miremos atrás, no sé si buscando garantías de no tropezar por vigésima vez con lo mismo, hecho probable que ocurra. Pero para ver, en ese pasado, en esos tropiezos, en esas repeticiones, en esa o esas piedras, hasta donde era la misma y hasta donde en cada traspié fuimos machucándonos y con ello a la misma piedra hasta romperla.
Y les digo que hasta es optimista pensar en la piedra, no en la posibilidad de que alguna vez se rompa. Sino el hecho que en verdad exista. Porque muchos de nosotros creemos fervientemente en ella y solo tropezamos con nuestros cordondes desatados.

Se come con piel la Manzana Prohibida

Tal vez a modo de amenaza, anunciamos que próximamente saldrá una nueva emisión impresa de Ruptura Publicaciones Nº 4…y el pescado sin vender. Volvemos sin que nos llamen tal como nos fuimos, con una mano atrás y otra delante.
Un año con más de lo mismo, creyéndonos novedosos. Donde se encontrarán historias, cuentos, relatos, tanto ficcionales como irreales. Pensamientos y reflexiones propias que a nadie suele interesar.
Como ya nos es costumbre los desengaños, anticipamos que al igual que en números anteriores, Ruptura consta de un tema eje, el cual recorre toda la edición, aunque a veces no parezca. En este Nº 4, dicho contenido será signado por el significante “Trabajo”.

Como de “trabajo” se trata, pensé en ilustrar esta página con los trabajos de Herácles, Hércules, para los amigos romanos.
Hijo de Alcmena y sus amoríos con el mismísimo Zeus, en un desliz que tuvo este en su vida matrimonial con la diosa Hera.
La reina del Olimpo no se encontraba muy feliz con la llegada del niño, por lo cual intentó eliminarlo en varias oportunidades sin éxito. Por fin, bastante fastidiada, y con Heracles ya crecido, envenena su copa. A modo de síntesis, este enloquece, confunde a su mujer e hijos con enemigos y los mata a todos. Zeus devuelve la cordura, pero no libre de castigo es enviado a servirle de esclavo a Euristeo, rey de Micenas.
Como ya veía venir que el héroe griego era muy problemático, Euristeo se lo quiso sacar de encima y lo mando hacer los famosos doce trabajos: Matar al león de Nemea, matar a la hidra del lago de Lerna, alcanzar a la sierva de Cerinia, cazar al jabalí de Erimanto, limpiar el establo de Augías, matar los pájaros del lago Estínfalo, domar el toro de Creta, robar las yeguas de Diomedes, tomar el cinturón de Hipólita, matar a Gerión, robar las manzanas de oro y por último ir a buscar a Cerbero al infierno. Eso es ir a trabajar!!!
Pero nos detendremos en uno de los trabajos q más tela para cortar siempre me ha dado, como así también acaloradas discusiones de bar, donde la gente ha tenido que separarnos a patadas, por nuestro encendido afán de defender el concepto y la relación con el Fruto Prohibido, que metemos de los pelos (saludos a Rodrigo!). Me refiero a las Manzanas de Oro del jardín de las Hespérides.
Las famosas manzanas pertenecían nada más ni nada menos que a la diosa Hera, (como para que no le tenga bronca), quien tenía su árbol en el jardín de las “Ninfas del atardecer”, a su vez, protegido por un dragón de varias cabezas. (el número de estas no es definido y varía según los cronistas)
En su camino, Heracles libera a Prometeo, matando el águila que le masticaba el hígado eternamente, por otro castigo que no viene al caso ahora. Igualmente, imagínense, muy agradecido Prometeo lo advierte que no puede cortar el mismo las manzanas, que mande a Atlas, quien era padre de las Hespérides y suficientemente fuerte para matar al dragón. Como sabemos, Atlas sostenía en sus hombros la esfera celeste. Un poco podrido, no le molestó para nada dejar un tiempito a Heracles en su lugar. Así fue y volvió con las manzanas. Descontracturado y con una nueva sensación de libertad quiere él mismo llevarle las manzanas a Euristeo. Precavido ya Heracles de esta posibilidad, le dice que si, “No hay problema amigo Atlas, lo único que sostened un segundo vos la esfera celeste mientras yo me levanto las medias”, o se ponía un almohadón, la cosa que el confiado Atlas toma sobre sus hombros una vez más al planeta y Heracles sale rajando.
Una vez las manzanas en poder de Euristeo, las consagra a la diosa Atenea. Quien las devolverá a su dueña Hera.
Los investigadores ubican al mencionado jardín en la península ibérica, por los obvios relatos en detalles que no entre y tiene esta historia. A su vez aseguran que las manzanas de oro en realidad eran naranjas, las cuales no se conocían en Grecia. Pero a nosotros nos gusta pensar que se trata de manzanas de oro. Y que el Fruto Prohibido del Edén es-pera, ya que incrementa el deseo.
Ya sean naranjas o manzanas de oro, ya sea en España o en un jardín perdido…¿hasta donde la realidad y hasta donde un cuento? ¿Por qué nombrarlo como bóveda celeste o como cielo? En definitiva, si lo llamamos cielo es porque nos lo contaron así. Como nos contaron también que debemos comer con cubiertos; que debemos guardar silencio; nos contaron lo de no andar descalzos; lo de amar a su tiempo y medida. Nos contaron sobre tener que casarnos y el modo de criar hijos como buenos occidentales y cristianos que somos. Nos contaron que el placer es malo y a morir de viejos.
Todos tenemos nuestros cuentos, nuestros mitos, a los cuales nos aferramos hasta ciegamente… “porque es así… vió”
Y en definitiva, entre los cuentos de Discovery Channel y el de Atlas sosteniendo el mundo para que no se caiga… ya saben uds con cual me quedo.