Una silla perdida en la dilatacion de los gases.

Considerando y agradeciendo las buenas críticas recibidas por el artículo anterior, pareció interesante continuar con relatos de breves historias, que por cierto, ante alguna pregunta, son de hechos reales…

En esta ocasión el relato es a partir de uno de los logros q más impresionó a la humanidad, (y tal vez, venido a menos en los últimos tiempos dada la hegemonía de United o Air France) hablamos del Globo Aerostático.

Los hermanos Joseph Michel y Jacques Etiénne Montgolfier construyeron el primer globo aerostático tripulado, en 1783, dicho sea de paso los pasajeros fueron una oveja, un gallo y una oveja. Dado que desconocían los efectos de la altura en seres vivo.
Luis XVI, muy entusiasmado con estas pruebas, había ofrecido dos criminales sentenciados para que sirvieran de pasajeros para el globo Montgolfier. Ante esto, Jean-Francois Pilatre de Rozier, miembro de la Academia de Ciencias, con la idea de que la gloria de elevarse en el cielo por primera vez no se la podían llevar unos viles criminales, se ofreció para ser el protagonista. Así, el 21 de octubre de 1783, Jean-Francois Pilatre de Rozier y otro voluntario, Francois Laurent, marqués de Arlandes, son los primeros en volar en un globo aerostático sin amarras. Alcanzan una altura de 1.000 metros y sobrevuelan la ciudad de París durante 25 minutos.
En 1804, el físico y químico francés Gay Lussac, que formuló la ley de la dilatación de los gases, hizo dos ascensiones en globo para estudiar las variaciones de electricidad, magnetismo, y composición del aire, llegando hasta los 7.016 metros de altitud, lo que sería el record del momento.
Este es el punto donde centraremos nuestra crónica.
Gay Lussac moría de curiosidad y ansias de saber con respecto a las leyes de la física que se desplegaban ante sus ojos. En busca de mayores datos, fue que tomó altitud con su globo. Pero llegada cierta altura, hizo falta aminorar el peso que llevaba. Fue así que comenzó a arrojar las cosas del Globo. Alguno de comer, de ropa, objetos prescindibles para sus estudios, bueno no sé, pero lo que si se sabe que lanza es su silla.
Silla que cae en un pequeño pueblo francés. Más precisamente, cae en la puerta de la iglesia del pueblo, cuando el párroco finalizaba su misa dominical. La sorpresa de los fieles, quienes salían con el fervor del sermón, fue descomunal. Ignorantes de viajes en globos, de leyes físicas, lo primero que pensaron es que aquella silla se había caído del mismísimo paraíso quedando algún bienaventurado de pié. Pensamiento más que entendible, ¿quien podría pensar que se trata de una causalidad de la superstición física, cuando la evidencia de la providencia es tan palpable?
En la exaltación del momento no falto quien quería llevarse el asiento divino a su casa, con un palpable espíritu de solidaridad cristiana.
Ante dichos inconvenientes suscitados… “la silla me pegó a mi!”… “yo puse más limosnas que vos”, fue que el sacerdote, con ánimo comunista, … perdonen la palabrota… con ánimo comunal… y considerando que bien habría poder sido San Pablo, San Pedro, o el mismo Señor a quien se le piantó la silla, lo más adecuado es llevarla dentro del templo.
En los siguientes días pasaron de a uno a sentarse en la silla santa. Vinieron de otros lugares cercanos a recibir la bendición de la misma. Pero algunos no llegaron solos y trajeron consigo las noticias del Globo, de Gay Luzca, y de que andaba buscando su silla, (esto último agregado personal de quien escribe). Una vergüenza profunda pero silenciosa se apoderó de la grey. Se retiraron de la iglesia. Volvieron el domingo siguiente, pero la silla ya no estaba y nunca nadie preguntó.

Siempre llega alguno a refutarnos mitos, historias, ilusiones. Gracias a Dios no creemos más en supercherías dado que hoy tenemos a la televisión que nos mantiene totalmente informados de la realidad.
Y si de globos se trata, no hay que andar por la vida pinchándolos (algunas críticas a la profesión suenan por ahi) sino saber hasta donde el vuelo es propio y donde ajeno. Cuando los sueños son nuestros y cuando del otro. Ciencia, fe, ateos, sabio o legos… que tire la primer piedra el que este libre de fantasías. ¿Qué de la vida sin nuestros mitos mas reales?

"Y cuando la mirada es sólo un catalejo
para viajar por laberintos donde el dato es religión,
aún creo en la pregunta que hay tras el espejo
en donde se produce la osadía de la Reflexión.
Porqué si es cierto que sólo existe lo cierto
y que los sueños son un aire que le dio a la sinrazón,
levantaré una gran columna en el desierto
para soñar que soy un sueño y que los sueños, sueños son..."
(L.E.Aute)

Nombres in extremis...


Tenía 33 años cuando Josefina conoce a un hombre de irresistible personalidad: Napoleón Bonaparte, quien quedó enamorado de su belleza. Se casaron el 9 de marzo de 1796, año en que él es nombrado jefe del Ejército de Italia.

Por todos es sabida las idas y venidas de la pareja imperial. Pero no es esta la historia que quiero recordar hoy. Sino los amores fugaces de Josefina con el Zar Alejandro de Rusia.

El 15 de diciembre de 1809 firma el divorcio de Napoleón, pero por órdenes de este, conserva el título de emperatriz.

En 1814 Napoleón abdica al trono. Pero Josefina no queda desprotegida. Alejandro I se declara su protector.

Francia sometida a dominios rusos es visitada por su majestad el Zar, quien llega con aires de merecidos triunfos. Y la idea de lograr uno, a título personal, por lo cual se acerca a la Malmaison, mansión en que residía la emperatriz.

Al parecer, y según cuentan las crónicas, Alejandro era un hombre muy apuesto, y no le faltaban interesantes mujeres que le rindieran honores. Al recibirlo Josefina en su palacio, tampoco pudo con sus encantos y se mostró muy dispuesta a complacer al Zar.

No hagamos dilaciones a la historia, y pongamos que ambos entraron en los juegos propios del amor. Hasta que en una de esas noches en que se hacían las recepciones, Alejandro conoce a Hortensia, hija de Josefina. Por todos es sabido que sucede cuando un rey de rusia, enamorado de una mujer, se le presenta otra de iguales características y más joven…comenzó una secreta relación con Hortensia.

Fiesta en la Malmaison. Una noche fría. Al finalizar, Alejandro sale de paseo con Hortensia en su carruaje. Josefina, desconociendo la relación de estos y no queriendo ser menos los quiso acompañar. Pero en el apuro dejó sus abrigos. El paseo se extendió por horas mientras Josefina temblaba bajo las finas gasas de su vestido.

Al día siguiente la emperatriz despierta con una fatal angina infecciosa de la cual jamás se repondrá, muriendo a los pocos días.

Consternado por los hechos Alejandro vuelve a Rusia y nunca más vio a Hortensia. Transcurría el año 1814.

Napoleón se entera de la muerte de Josefina en el exilio, pasando varios días en la más absoluta soledad.

No es muy romántica una historia que termine con la muerte fruto de una angina infecciosa. Si queremos buscar una moraleja podríamos encontrar el consejo más dado por todos: “No salgas desabrigado”… y menos si vas a salir en carruaje con el Zar de Rusia.

Dicen las crónicas que antes de morir Josefina pronunció el nombre de Napoleón. Cerrando la gran pregunta si lo amó o no. Se traicionaron 100 veces y se pelearon mil, pero la falta de fidelidad no implica necesariamente amor.

Tal vez en ese último nombre que pronunciemos en nuestro lecho de muerte devele la verdad de nuestro amor y en definitiva de nuestra existencia.

Me pregunto que nombre será, si es que decimos alguno, porque hay quienes preferirán guardar decoro hasta después de muertos…todos pendientes el nombre que va a decir el futuro y finado y … nada! “¿Qué se ha creído la vecina de enfrente?” Es más, en todo caso hasta sería bueno aclarar que nombres no pensaba nombrar…por las dudas que se le adjudiquen responsabilidades ajenas… “no era este…ni este…ni este otro…” ya ni morir en paz se puede en las épocas burguesas… juro que si me mantengo vivo es solo para no tener que nombrar un nombre in extremis...